Recorriendo el Boulevard del Atlántico hasta llegar a lo que hoy es el “Mirador”, la costa de Las Terrenas, con sus 22 kilómetros de playas vírgenes, se abre a los ojos de los turistas con el verde de los grandes helechos que descienden en cascadas desde lo alto, encontrar palmeras directamente en las playas, que han permanecido incontaminadas, en algunos lugares, desde la llegada de Colón.

A lo largo de los años, el territorio ha cambiado poco. Debajo de nosotros se abre a nuestra vista un típico pueblo de pescadores, con sus calles estrechas y sus coloridas casas de madera, donde el turista encuentra todos los productos típicos de la zona, donde el aroma del café tostado se respira por las calles del centro. encuentra la fruta exótica en racimos a la venta en la entrada de las tiendas, mientras, en la playa del centro, los pescadores venden la fruta de su pesca diaria. Los pequeños botes de madera, de vivos colores, ofrecen un hermoso espectáculo tirados secos sobre la arena, mientras a lo lejos llega el sonido de las olas rompiendo en la barrera coralina.

“Bajo el faro azul, el proyecto BLU TERRENAS se abre en todo su esplendor”.

En el cerro frente al mar, de unos 300 metros de altura, sobre una estructura envolvente, de contornos sinuosos, así como la naturaleza del lugar, de unos 30 metros de altura, una luz azul envuelve la cima, irradiando la naturaleza circundante con sus rayos y todos los puntos del territorio, símbolo de lo que será el desarrollo socioeconómico y turístico de la zona.

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